El Archivo
Gioacchino Murat, con el Real Decreto del 22 de diciembre de 1808, creó un Archivo General del Reino para reunir los documentos de las magistraturas existentes hasta la llegada de los franceses: los archivos de la Real Camera della Summaria, della Zecca- la Casa de la Moneda, de la Cancillería y de los Virreyes, los del Consejo de los abusos, del Consejo de Sicilia y de la Curia del Capellán Mayor, y finalmente los archivos de los antiguos bancos públicos, de las rendiciones y de todas las antiguas administraciones.
En realidad, los archivos de los Bancos nunca formaron parte del patrimonio del Archivo General. Estaban concentrados en la institución bancaria que se convertiría en el Banco de Nápoles, y así sigue siendo hoy en día.
En 1812 llegaron al Archivo General del Reino los archivos del Sacro Consejo Real, la Gran Audiencia del Vicario, el Almirantazgo, el Magistrado del Comercio, la Audiencia General de Guerra y la Casa Real, los archivos de numerosas Delegaciones y Consejos Especiales; así como el Archivo de la Cámara Real de Santa Chiara, máximo órgano consultivo de la primera época borbónica.
A partir de 1809 se entregó también el núcleo archivístico del Estado Civil.
En 1845, el Gran Archivo de Nápoles, desde la sede original aunque estrecha de Castelcapuano, fue trasladado en las instalaciones del antiguo monasterio de los Santos Severino y Sossio.
Con la Unificación de Italia confluyeron en el Gran Archivo de Nápoles las escrituras de los ministerios preunitarios suprimidos y de todas las administraciones que de ellos dependían: 62 nuevos fondos de archivo, que enriquecieron aún más el patrimonio documental.
Uno de los fondos más importantes y ricos de noticias es el de los archivos de los notarios, que se vierten periódicamente por el Archivo del Distrito Notarial de Nápoles. Hoy en día, el Archivo guarda los protocolos de los notarios que rogaron entre los siglos XV y XIX.
Bajo la dirección de Riccardo Filangieri di Candida (1934-1956) empezó una política de adquisición, mediante compra, depósito o donación, de los archivos de las nobles familias napolitanas. La documentación en ellos recogida permite complementar las numerosas pérdidas, dolosas o accidentales, de los documentos producidos por las instituciones públicas del Reino del Sur de Italia.
Se han adquirido más recientemente los archivos privados del intelectual Paolo Ricci, de la escritora Annamaria Ortese y del arquitecto Luigi Cosenza, este último conservado en la sede subsidiaria de Pizzofalcone.
De notable interés es, además, el Archivo Borbón adquirido en 1951, que integró la documentación de la Casa Real parcialmente destruida en 1943 durante la última guerra.
Piezas preciosas del Archivo: el “Código de Santa Marta”, hojas de pergamino minadas con los escudos de los soberanos y miembros de las familias más notables del Reino; la colección de sellos y matrices y la Carta lapidaria, un documento del siglo VIII grabado en el mármol, recuperado en un campo cerca de Cuma.
La sede subsidiaria de Pizzofalcone, también llamada “Archivo Militar”, conserva principalmente documentos de historia militar y archivos de magistraturas militares, como el Ministerio de Guerra y Marina de la época borbónica, el Orfanato militar, los tribunales militares, los documentos del Real Officio Topográfico, las listas del servicio militar de los Distritos militares de Nápoles, Aversa y Nola, así como las cartillas del servicio militar de la Oficina Provincial de Nápoles.

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